Los padres de Mariano eran muy religiosos, por eso, desconfiando de la escuela pública, que entonces se comportaba de mondo muy hostil a la Iglesia, se ocuparon personalmente de la educación de su primogénito. De ellos aprendió Mariano no sólo las buenas costumbres sino también a leer, escribir y los rudimentos de las ciencias. El empeño de los padres dio sus frutos, y muy pronto, el muchacho comenzó a enseñar a otros niños menos afortunados que él.
Por haber pasado su infancia
y adolescencia en el campo y entre campesinos, Mariano de Jesús parecía un
verdadero campesino. Esto le fue de grande ayuda más tarde, cuando siendo ya
sacerdote, ejerza su apostolado entre la gente del campo.Cuando, a los 16 años,
manifestó su deseo de ser sacerdote, fue confiado a la solicitud de su tío
Fermín Hoyos, párroco de Girardota, sacerdote de reconocidas virtudes y de
ciencia. A su lado, Mariano, con grande ahínco y perseverancia, dio comienzo a
su formación cultural y espiritual.
Mariano pasaba su vida,
sencilla e íntegra, entre la oración, el estudio y el trabajo. En 1869, a los 24
años de edad, entrò en el recientemente abierto Seminario de Medellín, donde se
preparó con mucho empeño al sacerdocio. El 14 de julio de 1872 recibió la
ordenación sacerdotal.Murió el 13 de julio de 1926, justo 46 años después de su ordenación sacerdotal. Fue sepultado en la capilla de la Virgen del Carmen, que él mismo había hecho construir. Su muerte fue muy sentida por el pueblo, que participó en pleno en los funerales junto con varios sacerdotes y las autoridades.
Ya en vida gozaba de fama de santidad. Ahora, con el reconocimiento de sus virtudes en grado heroico y la aprobación del milagro, la Iglesia corrobora lo que el pueblo fiel había sentido y propagado.
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